quinta-feira, 26 de novembro de 2009

EL HASTÍO POLÍTICO Y LA ESPERANZA - Ditadura é a ESCRAVIDÃO do POVO. VOTE Não

EL HASTÍO POLÍTICO Y LA ESPERANZA

Oscar Amaya Armijo

Después de seis golpes de Estado vividos, no queda otra que el hastió, pues nada cambia.

Aburre que la oligarquía se autogolpee para continuar en lo mismo: relevándose la conducción del Estado entre los integrantes del bloque de poder dominante, para mantener sus privilegios de clase.

Este tedio se rompe, por supuesto, cuando existe un movimiento que lucha por cambiar el paraíso de la oligarquía y transformar el aburrimiento en optimismo. Este movimiento, en Honduras, se llama Resistencia.

Es terrible escuchar el mismo discurso vacío por décadas, sin que exista el más mínimo deseo de cambiarlo o matizarlo. El mismo penco político rural, con olor a estiércol de vaca, que trastabilla en el momento de vomitar sus pencadas en el cerco mediático.

Este aburrido animal político (no en el sentido de Aristóteles) saca sus desgatadas palabras de la misma mentira, las desempolva y como el loro de la leyenda, las repite y las repite, hasta hacer que la irritación se vuelva cáncer en las mentes de aquéllos que no saben defender una sana “ecología del pensamiento”.

Estos políticos apestan a fastidio, allí se les ven sus caras descascaradas por el tiempo, parecen piezas de museo, entelequias tiradas a la pestilencia del basurero, desperdicios en la fría carcoma de la historia. Son la nada del olvido, el cero a la izquierda en el reino de la ideología.

En tiempos de elecciones, suelen aparecer luciendo una sonrisa de idiotas, un rostro de momificadas facciones; siempre cargan un hedor a cementerio en su paso cansino por las veredas que ellos mismos convirtieron en tumbas, donde yacen las aspiraciones del pueblo.

Aburre tanta pestilencia que despiden los políticos desde Casa Presidencial, es el hedor petrificado de la muerte que ronda cuando abren sus fauces de hienas. Crujen las avenidas cuando estos espantajos salen a buscar víctimas para adobar sus esperpénticas fortunas. Son la enmohecida espada de Damocles en la espalda de los ingenuos electores.

Huele a vejestorio esta oligarquía minusválida, aburre la carcoma de sus andamiajes, es el orín pegado en la chatarra de sus fábricas, el triste hollín de sus chimeneas. Por allí se ven sus momias políticas cargando las apolilladas páginas de su Constitución petrificada.

Cuando alguien suele horadar sus límites responden con sus garras de gárgolas, con todo el hedor pútrido de los cadáveres. Son los engendros que ningún círculo de todos los infiernos quiere tener en su haber.

Este domingo, un domingo cualquiera y luctuoso de la historia, los políticos saldrán de todos los avernos a prometer el hado de sus mentiras, tamizadas del mismo entusiasmo con que roban la última sangre de las arcas nacionales.

Pero esta vez el hastío secular que se padece, se revertirá en contra de estos despojos de la historia: nadie que tenga una nueva conciencia, asistirá al cementerio de sus urnas, entonces el aburrimiento se convertirá en el optimismo esperado.

Este domingo sufrirán las momias políticas los dardos de la ausencia, y será el día en que la esperanza, marque la ruta triunfal y definitiva de la Resistencia.

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