segunda-feira, 27 de julho de 2009

La ONU debe actuar contra un régimen que oscila entre la dictadura, tiranía y apartheid


Soldados de las Fuerzas Armadas mantienen bloqueada la carretera hacia Nicaragua. Por ahí, no pasa nadie. Estos turistas extranjeros observan desde lejos.

Por Juan Carlos Rivera
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los líderes políticos internacionales deben guardar los discursos y demostrar con hechos que verdaderamente desean restablecer el orden constitucional y frenar el sometimiento ejercido por las Fuerzas Armadas contra los civiles en Honduras.
Indiscutiblemente, la posición de la ONU y de las Organización de Estados Americanos (OEA) es aplaudida por el pueblo de Honduras, pero, ahora, después de un mes de represión, esas organizaciones deben demostrar que realmente son autoridades en el contexto mundial y fieles a la democracia.
Los representantes de los 192 Estados miembros de la ONU tienen que recordar que las condenas internacionales, las presiones diplomáticas y medidas de asfixiamiento económico no le hacen mella a los gobiernos déspotas y tiranos.
En todo caso, esas medidas, sobre todo las de índole económico, a la postre afectan severamente a la población, con mayor intensidad a la de Honduras, un país con el 80 por ciento de los habitantes inmersos en la pobreza.
Por respeto a la dignidad de un pueblo, que no ha tomado las armas, la ONU debe ser consecuente con la Carta de las Naciones Unidas, firmada el 26 de junio de 1945, para, entre otras cosas, poner un alto a las violaciones de los derechos humanos.
Según reza ese documento, la organización tiene como objetivo “mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz (…)”.
El 28 de junio, soldados de las Fuerzas Armadas secuestraron y expulsaron al presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, electo en noviembre de 2005. Desde entonces, el gobierno golpista, encabezado por Roberto Micheletti, mantiene a la nación bajo la sombra del terror.
A partir de ese día, el régimen de facto comenzó a sabotear los medios de comunicación independientes (nacionales y extranjeros, por ejemplo, las señales de CNN y TeleSur). Ha golpeado salvajemente a los manifestantes, torturado y ejecutado a, por los menos, dos seguidores de Zelaya Rosales.
Ha coartado las libertades de expresión, locomoción y asociación; encarcela niños (el fin de semana en el sur) y captura dirigentes (como a Rafael Alegría) sin registrar los hechos en los libros policiales.
Debido a que el pueblo no le ha dado el poder soberano para gobernar, el régimen de facto somete a la ciudadanía hasta el extremo de intentar confinarlos en sus casas al imponer un interminable estado de sitio, disfrazado de “toque de queda”, en los departamentos de la frontera.
Con hechos, es decir con armas y con la brutalidad de las botas, el régimen demuestra que mantiene una guerra contra la población civil asentada en la zona sur del territorio. Desde el pasado viernes hasta este lunes, los habitantes de ese sector no gozan de las garantías constitucionales.
El régimen de Micheletti, además de presentar características de dictadura y tiranía, muestra indicios de un repudiable apartheid, en versión tropical, pues el poder detrás del trono está en las manos de unos pocos descendientes de emigrantes de oriente medio (hay excepciones).
Por su condición racial y social, el régimen golpista discrimina a los seguidores de Zelaya Rosales, quienes son indígenas y mestizos, en su mayoría. Esta segregación la dejó marcada el ex canciller de facto, Enrique Ortez Colindres, cuando llamó “chusma” a los defensores del presidente constitucional.
¿Qué espera la ONU para actuar? ¿Más muertos?
Esta es mi opinión. ¿Qué piensa usted?

Enviado Por Juan(resistente Hondurenho)http://miradadehalconhn.blogspot.com/2009/07/la-onu-debe-actuar-contra-un-regimen.html

ESTÁ CERTO O JUAN. Passou da hora da ONU se colocar soberana e firme e exigir fim do golpe, como passou da hora de gestores brasileiros entrarem na luta . Chega de ficar em cima do muro.

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